El IdAB-CSIC acogía la última cita del proyecto, coordinado por UAGN, que investigaba si la soja, como 2º cultivo en un modelo de rotación de herbáceos en Navarra, da márgenes de mejora respecto al sistema tradicional. Lo hace, dando también respuesta necesidades sociales apremiantes.
El proyecto Soja Innova concluye con la que ha sido la jornada de resultados, que aconteció en el IdAB-CSIC de Mutilva y que daba comienzo a las 11 horas con la bienvenida y contextualización de la iniciativa a cargo de Helena Zozaya, técnica del área de proyectos e innovación de UAGN, entidad coordinadora de Soja Innova. “Actualmente el sector agroalimentario se encuentra en una transición agroecológica. Entonces, el proyecto Soja Innova surge de la necesidad de alinearnos con los objetivos de la PAC y todos los retos que vienen de la Unión Europea”, comenzaba Zozaya, para continuar: “Queríamos introducir de la mejor manera posible la soja como segundo cultivo de rotación en un cultivo de herbáceos de Navarra”. Objetivos cumplidos por dos: el proyecto permite reducir los insumos, como el agua utilizada y mitiga, a su vez, la huella de CO2; actualmente, dos problemas acuciantes de la sociedad.
La de UAGN dio una visión global del seguimiento, resultados y conclusiones obtenidas en la primera campaña de soja, las cuales fueron determinantes para la planificación y diseño de los ensayos de la segunda. “En esta segunda campaña, se están cultivando las variedades que, por un lado, se adaptaron mejor a la zona agroclimática y tuvieron mayores rendimientos y, por otro lado, aquellas que demostraron ser más eficientes en el aprovechamiento del agua en la campaña del 2023, las denominadas Luna, Castelis y Shama”; y continuó exponiendo que desde UAGN “queremos seguir avanzando en la implementación de modelos productivos sostenibles; como novedad, a lo largo del 2023, se han instalado en las parcelas de ensayo diferentes equipamientos y sondas con conectividad a internet con el objetivo de ajustar los insumos de agua y fertilización a las necesidades reales de la planta contribuyendo así al alcance de modelos productivos más sostenibles económica, social y medioambientalmente”.
Seguido, se sumaba Iker Aranjuelo, Jefe del Departamento de Biotecnología Vegetal del IdAB-CSIC, socios de Soja Innova, con la ponencia ‘Biomonitorización de las plantas a partir de las plataformas satelitales y terrestres’: “Nuestra participación en el proyecto ha consisitdo en caracterizar la planta y suelo, analizando el efecto de los diferentes tratamientos hídricos y la importancia de las variedades”; un trabajo, para el cual también se contó con la empresa Hydrotecna, tal y como su técnico Miguel Preciados explicaba: “Nosotros adquiríamos e instalábamos programadores de riego a telecontrol, sondas de humedad y sondas de nitrógeno, además de una estación meteorológica. Uno de los mejoras que se han podido detectar ha sido la reducción de un 20% del agua total aplicada”.
Paralelamente, se pretendía conseguir una reducción de la huella de carbono en la producción de proteína vegetal en Navarra, un fin cuyo logro también confirmaba Mikel Baztán, responsable de proyectos en la compañía Ahora Clima: “Se ha observado que la soja como segundo cultivo absorbe 4 toneladas de CO2 por hectárea. Las conclusiones por tanto son positivas: podemos usarlo como un medio para la absorción general de carbono, lo cual es una necesidad de toda la sociedad y en la que la agricultura puede contribuir”. Baztán, a su vez, enumeraba otras buenas prácticas que conllevan a esa captura de emisiones: “El suelo es un sumidero importante de carbono y, para ello, la biomasa es clave: aprovechar los rastrojos, como por ejemplo para la ganadería extensiva; intentar tener cubiertas verdes; transitar a abonados orgánicos; etc.”. Un cúmulo de buenas prácticas en una transición inevitable. “Iniciativas como ésta van acorde a los retos que va a encontrar la agricultura a la hora de adaptarse el cambio climático que viene, que va a ser muy duro. Según van desarrollándose los acontecimientos, las previsiones de hace años respecto al cambio climático se han quedado cortas, y todo lo que hagamos será poco para detectar qué cultivos podrán retener más humedad, más vida; y ahí aparecerá la agricultura en primer plano, para que pueda continuar alimentando a la sociedad a pesar de los episodios que van a venir de calor, irregularidad de precipitaicones…”, sentenciaba el experto.
Una intervención tajante y contrastada, la de Baztán, que daba paso a la experiencia en campo del agricultor Víctor Martínez, presidente de la Cooperativa Figueras, también socio del proyecto: “Pusimos soja porque ya la teníamos como primera cosecha, y queríamos ver si funcionaba también como segunda y qué mejoras podríamos obtener con ello en la tierra”. Por el momento, un ahorro en insumos y una evidente reducción de la huella de CO2. Aunque, “nuestra idea es darle continuidad, para obtener más datos y así poder mejorar modelos”, concluía Aranjuelo en una demostración in situ de los equipos de fenotipado en los invernaderos del IdAB-CSIC, junto a su compañera Beatriz Larruy; lo cual garantiza la continuidad de la investigación. Al fin y al cabo, tal y como contaba Zozaya: “Desde UAGN seguimos apostando por la innvación, porque es esencial para alinearnos en esta transición agroecológica, que ya es un hecho”.
El proyecto, con fin de ejecución en diciembre del 2023, se enmarca dentro de la convocatoria de ayudas 2021 de la medida M16.02 del Programa de Desarrollo Rural de Navarra 2014-2020. Este ha recibido una ayuda pública total de 109.630,85 euros financiada por el Gobierno de Navarra y la Unión Europea a través de los fondos FEADER.